top of page
Buscar

Disciplina positiva, en casa, en el aula

Conversamos con Andrea Marichal -quizás la conocés como @mamaestraok- sobre la disciplina positiva. Qué es, qué son los límites, qué sucede con los niños y las niñas que aprenden a vincularse en este marco y muchas cosas más.

Andrea es mamá de un niño y una niña, Maestra de Educación Primaria y Licenciada en Ciencias de la Comunicación. También es miembro de la Positive Discipline Association (PDA) y la Asociación Disciplina Positiva España (ADPE).

Es Educadora en Disciplina Positiva para familias y en el salón de clase e hizo un Posgrado en Infancias, Derechos y Políticas Públicas en FLACSO Uruguay.

Andrea es Creadora de la comunidad Mamaestra y Docente del Diploma en Primera Infancia de IDEC.

¿Por dónde fue tu llegada a la disciplina positiva? ¿Qué fue lo que te llevó por ese camino?

Naturalmente soy una persona muy curiosa, así que siempre ando revisando, buscando… Me gusta mucho. Y me enteré de Marta Prada, que es una española, que había estudiado Disciplina Positiva y dije “¿qué es esto? Tengo que estudiar esto”. Lo que me pasa, es que los métodos nunca me terminan de cerrar. Y cuando empecé a leer y a conocer y a comprarme libros… dije “esto me encanta, me cierra por todos lados, me da respuestas a muchas de mis inquietudes”.

Yo trabajo en la escuela de contexto crítico y estaba viendo que me estaban faltando herramientas, respuestas. Necesitaba entender más para ayudar más.

Sobre todo me ayudó en los vínculos con los adultos y también conmigo misma. Porque una parte muy importante de lo que se hace en disciplina positiva es rever tu propia historia. Sin meterse profundo a nivel de psicoterapia, pero sí a pensar las cosas que viviste, ayudarte a entender las dinámicas familiares, los vínculos con tus hermanos, así que me enriqueció de muchas maneras.

¿Qué es para vos la disciplina positiva?

Es un modelo, una filosofía, una manera de entender la educación, la crianza. Es como un gran marco, una manera de entender la vida.

Me llama la atención que el nombre del modelo se componga de “disciplina” y “positiva”, palabras que parecen tan lejanas.

Creo que nos pasa a todos, sobre todo a los latinoamericanos, que tenemos el concepto de disciplinamiento, nos viene Foucault y sentimos como una cosa más militar, capaz. Hay que tener presente que este término es acuñado por dos americanas, Jane Nalsen y Lynn Lott en los años ´80 y que para ellas el concepto de disciplina no es el mismo que para nosotros. En realidad la traducción más cercana sería educación positiva.

¿Por qué creés que la crianza con estos modelos autoritarios ha tenido tanto mejor marketing o se ha esparcido tanto más que estos otros modelos en los que se toma en cuenta al niño como individuo, como persona?

A priori parece una pregunta tranquila, pero que en realidad es muy profunda. Tiene que ver con el machismo, modelos de familia y lamentablemente también tiene que ver con que es eficaz.

Lamentablemente es así, un golpe asusta a alguien. Vas a hacer lo que quiero si yo te maltrato, si yo te violento, si yo -que tengo más poder, más fuerza física, y conozco más de la vida- te someto. Voy a tener resultados sencillos, rápidos.

Y creo que antes no se ponía tanto énfasis, tanto análisis, en pensar en la salud mental de las infancias.

Yo pensaba en autoritario, y no pensaba en golpes. Porque existen otras formas de ser autoritarios…

Amenazas, gritos, manipulación… “si no hacés tal cosa no pasa tal otra”, “si no te callás me voy”, “si no te callás no te compro tal cosa”. La disciplina positiva no solamente piensa en términos de no castigo sino también en no premios. No es “si hacés tal cosa te doy un caramelito”, porque sigue siendo una manipulación y sigue siendo una motivación externa para lograr algo.

¿Y qué motivación se busca? ¿Cuál es la motivación del niño?

La idea es que la motivación salga de adentro de cada niño, de cada niña, que pueda ir adquiriendo habilidades para la vida como autonomía, responsabilidad; soluciones a problemas… y no que haga las cosas por miedo, por obediencia.

A nivel cerebral, cuando una persona recibe un grito, hay tres grandes cosas que pueden pasar: una es quedarse chiquito con mucho miedo, otra es enojarse mucho, querer rebelarse y atacar, y la otra es querer huir. Daniel Siegel, que es un psiquiatra muy genial de quien soy muy fan, habla de que cuando se nos destapa esa parte del cerebro no podemos pensar con nuestra parte prefrontal, que es la más lógica y de un pensamiento más estructurado, que tiene que ver con la moral -parte que se termina desarrollar cerca de los 25 años-.

¿Cómo identificar si sos autoritario en el cotidiano, en el aula? ¿Cómo es un adulto autoritario?

Voy a decir algo que no es un pensamiento muy amigable: todos somos autoritarios.

Partimos de ahí porque es lo que conocemos, no es para martirizarnos y echarnos culpa pero es lo que conocemos, es la educación que vivimos. Esto de decir “si no se callan, no tienen recreo”. Si vos vas a la ley, el recreo es un derecho de los niños y de las niñas; no podés quitar el recreo. No lo estoy inventando yo ni la disciplina positiva, está en una ley. O bueno, “Fulanito se portó mal y anoto el nombre en el pizarrón”. Eso es humillar a un niño. Parece una tontería, pero eso es humillación, se siente como un llamado de atención delante de todos sus compañeros.

Es un montón para deconstruir, y sobre todo para el rol adulto. No estamos autorregulados, en la cotidiana se acumulan tantas cosas que a veces no estamos en las mejores condiciones como para afrontar la situación.

La autorregulación es algo a trabajar. Lo que proponen Jane Nalsen y Lynn Lott son muchos talleres vivenciales para experimentar sensaciones porque nos hace ponernos en los zapatos de los niños y también revivir cosas que vivimos en la infancia.

Y ahí te empezás a dar cuenta “esto es un montón”. Que alguien me esté dando 20 órdenes en 3 horas, es un montón. Yo como adulto no lo tolero, ¿cómo voy a esperar que mi hijo lo tolere?

A veces esto es un poco doloroso porque revisar nuestra propia historia y ser conscientes de que no fuimos criados respetuosamente es mucho. Pero también entender la realidad del contexto, de que esto no se hablaba, de que nuestras familias criaron lo mejor que pudieron. Pensar en adelante para mejor.

Es importante esto de amigarse con el error, el error es parte del aprendizaje, el error es una oportunidad. Esto no quiere decir que haga cualquier cosa y bueno, después pido disculpas y ya está pero sí que muchas veces me voy a equivocar.

Me viene esto que hablamos del autoritarismo con el equivocarse, con asumir el error, que lugares tan lejanos uno del otro, porque el autoritario nunca no va a asumir el error…

Estás enseñando con el ejemplo, de que mañana te diga “mirá mamá, me equivoqué”.

¿Qué son los límites, cómo son los límites para la disciplina positiva?


Los límites son necesarios, son como un marco, un espacio de contención.

Yo, cuando entro a un lugar y sé qué se espera de mí, estoy mucho más cómoda que si entro a un lugar y no tengo idea. Lo mismo con los chicos, si les decís “mirá, ahora vamos al supermercado y vamos a comprar esto, no vamos a comprar galletitas, no vamos a comprar helado”.

En la disciplina positiva es importante que los límites se pongan con amor, pero con firmeza. Y sobre todo, lo más importante, es ser consecuente porque a veces cuesta mucho construir el límite, que los niños integran ese límite.

Pero está bueno cuando ves que el límite está integrado, que ellos lo respetan y que lo hacen respetar.

También hay límites que se pueden negociar y límites innegociables. Ir al médico, no es una opción, tenemos que hacerlo. Podemos dar opciones dentro de eso.

Si me doy cuenta de que estoy siendo siendo autoritaria y empiezo a trabajar de esta forma con mis hijos, ¿sentís que que es algo que integran rápidamente?

Cuanto más grandes, mayor la resistencia, pero para mi nunca es tarde.

Incluso si no tenés hijos, para los vínculos con otros, nunca es tarde para replantearte las cosas. Si, va a ser más difícil al principio porque claramente fueron educados de otra manera. También cuesta a veces en la clase, cuando son chicos que en su casa son agredidos - física, verbalmente o que funcionan con amenazas- es complejo para un docente hacer ese cambio de chip.

Pero una de las cosas también importantes de la disciplina positiva es el sentimiento de pertenencia. Acá somos este grupo, esta familia, trabajamos de esta manera.


Es fuerte también que los niños a veces cuando hablas de la violencia te dicen “bueno, pero mi papá me pega” y salta otro y le dice “eso está mal”.

Creo que nos cuesta entender que los niños son personas que están en otro momento vital, y hay cosas que les pedimos que no pueden hacer. Y pedirle al niño que se contengan, que no hablen mal, y cuando ves al papá o la mamá en un semáforo toca bocina y grita. ¿Qué estamos pidiendo? ¿No estaremos pidiéndole mucho a las infancias?

Berrinches y pataletas, desbordes… Una pierde el eje muchas veces. ¿Qué pasa en el momento de los dos, tres años cuando se disparan todos los berrinches? O cuando hay un niño de un año que empieza llorar y todo el mundo empieza a decir, ¡ya empezamos con los berrinches!

Los niños crecen, se dan cuenta de lo que pueden lograr y también de lo que no pueden lograr. Todavía no sé qué hacer con todo esto que siento, entonces me frustro porque no me entienden, no puedo…

La mejor manera de acompañar todo es, en calma, aprovechando los beneficios de las neuronas espejo. Porque obviamente a un niño que está con un berrinche, que le gritemos, le digamos “pará de llorar, calmate”, no sirve para nada. Escala a más. Es como tirarle nafta a un incendio.

Obviamente hay cosas que no son negociables como que se golpeen, o que nos golpeen a nosotros, que rompan cosas y se pongan en peligro. Pero yo lo digo así y es difícil, es un ejercicio de entender que el niño que tengo enfrente, todavía no sabe regularse, que necesita mi compañía, mi apoyo. Que no se está sintiendo bien, porque nadie que se sienta bien se desborda.


Por ahí he leído que hay que ignorar las rabietas, yo no soy de esa partida. Justamente en ese momento es cuando más necesitan nuestro apoyo, nuestro estar ahí; sabernos disponibles.

¿Cómo autorregularnos?

El movimiento nos ayuda, biológicamente incluso, a cambiar nuestro estado mental. Otra opción es imaginar que olemos una flor. Hay muchas técnicas, incluso una de las herramientas de la disciplina positiva es tener una rueda de opciones para los momentos de ira. Construirla con los niños, “¿qué pasa si…?” Pegarle a un almohadón, oler una flor, contar hasta 10, escuchar música. Está bueno hacerlo juntos.

Si tuvieras que vender la disciplina positiva ¿cuáles son sus puntos fuertes, sus argumentos de venta?

A mi me gusta porque de una manera me enseña a vivir una vida más respetuosa, con mis hijos y conmigo misma también.

E irme a acostar contenta, sabiendo que lo di todo. Que es difícil. Criar y trabajar, es mucho. Pero estoy ahí, dando lucha, dando lo mejor de mí.

Y la conexión familiar, porque obviamente que mi esposo, el Ingenieri, también está subido al bote -por voluntad propia o porque lo subí yo-, pero entonces tenemos esta conexión familiar, nos ayudamos entre todos, tenemos presentes los sentimientos de todos. Se siente una armonía familiar y eso está muy bueno.


Si quieres escuchar el podcast con Andrea te dejamos el link







155 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page