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Marzo 2020

 

Las habilidades socioemocionales en la infancia

 

Lic. Denise del Arca

 

¿Qué son las habilidades socioemocionales y por qué son importantes?

 

Las habilidades socioemocionales son un aspecto fundamental en el desarrollo infantil y han ido cobrando mayor relevancia en los últimos tiempos. 

Si bien no existe consenso en su definición y son distintas las definiciones utilizadas por diversos autores, podemos entenderlas como herramientas cognitivas, emocionales y sociales que tienen por finalidad promover la adaptación de las personas en su entorno (INEEd, 2018).  Colaboran en el desarrollo de un repertorio de conductas que facilitan el desenvolvimiento social, el aprendizaje y el desarrollo personal. Se vinculan también a la resolución de problemas y a la percepción de un mayor bienestar en diversos ámbitos de la vida. 

 

¿Por qué son importantes en la etapa infantil? 

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El componente evolutivo es de gran importancia en el desarrollo de estas habilidades, pero juega también un papel fundamental la interacción de las personas con su entorno. Las nuevas vivencias, en base a sus experiencias, irán moldeando sus habilidades socioemocionales (Palacios, Marchesi y Coll, 1999). Por este motivo, si bien es de gran importancia su desarrollo desde la niñez, estas herramientas se pueden adquirir a lo largo de toda la vida, pudiendo ser aprendidas o reaprendidas, en cualquier etapa del ciclo vital.

En los primeros años de vida, con las primeras interacciones sociales, los niños comienzan a vincularse cada vez más con su entorno. Se trata de un período particularmente sensible para adquirir aprendizajes, y podemos promover poco a poco la consolidación de un adecuado repertorio de herramientas. En las interacciones tempranas dentro del hogar, los niños comienzan a practicar la expresión de emociones y la interpretación de las emociones de otros, destacándose el rol de los padres en su aprendizaje y modelado (Richaud, Lemos y Mesurado, 2011). Los niños comenzarán a adquirir estas habilidades observando e imitando distintos modelos de aprendizaje. Sus primeras experiencias irán condicionando su modo de relacionarse con otras figuras cercanas, comenzando poco a poco a incorporarse sus pares y otros que se encuentren más distantes de su entorno social más cercano. 

Teniendo en cuenta que estas herramientas no se desarrollan en forma automática y aislada, sino que se pueden adquirir, resulta fundamental que los niños tengan instancias que habiliten y fomenten su aprendizaje.

 

¿Qué pasa desde la educación?

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La educación en habilidades socioemocionales puede incorporarse al trabajo dentro de las instituciones educativas. Si tenemos en cuenta su vínculo con los aprendizajes académicos, además de ser necesarias para la socialización de los niños entre ellos, resulta fundamental tenerlas presentes dentro del salón de clase. Los niños pasan muchas horas diarias dentro de una institución educativa, por lo que no podemos atender en forma aislada su formación en el ámbito académico, sin tener en cuenta otros aspectos que hacen a su desarrollo. 

En este punto juega un rol fundamental el docente, valorando y reconociendo las habilidades de los niños con quienes comparte el aula, desarrollando instancias que favorezcan la aparición de ciertos comportamientos y actitudes.

Por último, no podemos dejar de destacar que tanto la familia como las instituciones educativas cumplen funciones esenciales en el aprendizaje, siendo fundamental la interacción y buena comunicación entre ambas instituciones, no sólo en lo que refiere a las habilidades socioemocionales, sino respecto al desarrollo integral de los niños.

 

INEEd (2018). Aristas. Marco general de la evaluación. INEEd, Montevideo.
Palacios, J., Marchesi, A. y Coll, C. (1999). Desarrollo psicológico y educación. Psicología Evolutiva. Madrid: Alianza Editorial.
Richaud de Minzi, M. C., Lemos, V. y Mesurado, B. (2011). Relaciones entre la percepción que tienen los niños de los estilos parentales y de la empatía de los padres y la conducta prosocial en la niñez media y tardía. Avances en Psicología Latinoamericana, 29(2), 330-343.

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